De acuerdo a las enseñanzas kabbalísticas, de la misma forma que estamos limitados en nuestra habilidad para ver la energía a nivel físico, también estamos limitados para ver la energía de la plenitud.
Todo lo que queremos puede estar muy cerca de nuestras vidas, y sin embargo lo pasamos por alto.
La razón de esta limitación es nuestros cinco sentidos. Nuestros cinco sentidos nos impiden percibir la realidad completa. Tampoco somos capaces de ver las ondas radiofónicas, los átomos y las señales de televisión que rebotan por las paredes de nuestro hogar. Nuestros cinco sentidos actúan como cortinas que filtran la mayor parte de la realidad verdadera, dejándonos con una visión muy limitada.
Incluso la ciencia médica nos dice que los humanos utilizamos tan solo un 4% de nuestra capacidad cerebral. ¿Dónde está el 96% restante?
¿Y cómo podemos tomar decisiones y emitir juicios en nuestra vida cuando tan solo se nos permite ver una porción microscópica de la realidad?
Rav Yehudá Áshlag, el gran Kabbalista del siglo XX, reveló un asombroso secreto relacionado con nuestros cinco sentidos. Él dijo que el ser humano suele percibir las cosas de forma opuesta.
Por ejemplo, imagina una persona que ha vivido en total aislamiento desde su nacimiento y que nunca ha visto una criatura viviente. De repente, aparecen frente a él una cría de becerro y un bebé recién nacido. ¿Qué percibirá él? Para empezar, el bebé no puede cuidar de sí mismo. No puede caminar ni moverse con libertad. No puede alimentarse. El bebé no puede percibir su entorno. Si hubiera un incendio, el bebé no sentiría la presencia del peligro inminente. En esencia, el bebé está indefenso.
La cría, por otro lado, percibe inmediatamente su entorno. Sabe cómo huir del fuego.
La persona que percibiera esta situación tendría que asumir que la cría es una criatura superior, más avanzada y mucho más inteligente.
Rav Áshlag nos dice que cuanto más avanzada y desarrollada sea un criatura en el inicio de su proceso de crecimiento, menos desarrollada lo será al final. Y cuanto menos desarrollada sea una criatura en el comienzo de su proceso, mucho más desarrollada será al final.
Obviamente, con el paso del tiempo, el bebé avanzará mucho más que la cría. Mientras tanto, la cría logrará pocos avances.
¿Cuántas veces nuestros cinco sentidos nos han mostrado lo opuesto de la realidad en nuestros tratos de negocios y en nuestras relaciones humanas? Lo que al principio parecía prometedor y lleno de potencial, al final acabó siendo un desastre. Y viceversa.
Vale la pena que reflexiones sobre esta sencilla analogía durante esta semana. Busca los opuestos y no olvides que nada es lo que parece.